miércoles, 7 de septiembre de 2022

Danza carmesí

Una oscura habitación, una noche de seducción una mujer de tentación, ojos grandes, labios femeninos de mujer espectacular dándole la bienvenida a aquella fuerte figura de físico envidiable y genialmente tallado que cruzó la puerta, solo cubierto por unos jeans azules.

Ella lo miraba como si en el universo no existiera nada más que ese cuerpo masculino dispuesto para dar todo de sí por ella, aquella ardiente mujer con las aves volando en picada a sus hermosos y voluptuosos pechos y la Mujer maravilla a su lado como escolta en forma de tinta.

Ella le dio un abrazo desde la cintura hacia abajo y le miraba con curiosidad mientras aquel misterioso hombre le devolvía la mirada con expectativa.

Mientras ella empezaba a besar ese abdomen tan perfecto desabotonando lentamente ese jean que lo compensó cayendo rápidamente dejando en evidencia el deseo físico de su amante, el la levantó con sus grandes brazos como queriendo invitarle un baile y efectivamente así fue, un baile donde estaban tan cerca uno del otro moviendo y contoneándose suavemente cada vez aumentando el ritmo, entregándose, dejándose llevar al compás de sus pasiones y deseos más profundos, donde entre la melodía de sus jadeos mutuos y la percusión de sus corazones latiendo más rápido, la humedad mutua de sus cuerpos se presentó para el coro de acompañamiento, donde los tatuajes de ella testificaron como un público en concierto como aquella hermosa pareja de ensueño se amaba como si no hubiera mañana. Como si el canto del cisne fuera el cierre de esta presentación, con los orgasmos como cierre del telón.

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