domingo, 20 de septiembre de 2020

Cena para tres

Hannah había recogido junto a su novio Albert a Maggie en el aeropuerto con mucha alegría.

En el departamento en la calidez de una cena de reencuentro donde las risas, el brindis y anécdotas de vivencias de épocas sencillas y felices eran el aderezo a una velada llena de mucha alegría.

Albert fue un momento al baño mientras Maggie y Hannah en el sillón de la sala conversaban un rato como buenas amigas, de lo mucho que se extrañaban, cuanto pensaban la una en la otra, incluso confesando que de forma un poco más íntima. Ambas eran mujeres muy atractivas y llevaban ese día ropa muy corta y reveladora. Maggie era una preciosa chica de cabello negro y con una atractiva figura estilizada y Hannah era una hermosa pelirroja voluptuosa de caderas y piernas espectaculares que llevaba una pequeña falda que Maggie no pudo evitar subir con su mano mientras acariciaba la pierna de Hannah, esta última no se opuso a aquella caricia mientras los besos de Maggie empezaron a recorrer desde su cuello hasta sus pechos que se dejaban ver muy provocativos en una pequeña blusa escotada. Hannah desabrochó el vestido negro corto que Maggie tenía dejando ver una lencería roja que resaltaba aún más sobre su pálida y suave piel.

Mientras avanzaba el pequeño intercambio de amor notaron como en la puerta Albert ya estaba disfrutando acariciando su enorme miembro viril al compás de la intensa muestra de cariño de las hermosas chicas ante sus ojos. Maggie le hizo la señal con una sonrisa para que Albert se acercara a unirse a la fiesta. Ellas alternaban entre besar la dura erección de su masculino amante mientras continuaban unas pequeñas rondas de intensos besos entre ellas. Una vez desnudos los tres, Maggie era la reina del enorme sofá mientras Hannah saboreaba con sus sensuales y dulces labios y su lengua el sabor de la humeda intimidad de Maggie, chupando y lamiendo sus jugos vaginales a la vez que Albert embestía a Hannah mientras las caderas de ambos estaban en erótica sincronía. Albert no podía aguantar más, bañando a ambas diosas con su caliente eyaculación al son de su orgasmo que brotaba con fuerza con su último esfuerzo de furia sexual incontrolable. Las hermosas doncellas lo agradecían sonriendo pícaramente intercambiando besos en tan espesa humedad que las llenaba de ganas de una última confrontación definida por gemidos y más humedad femenina delirante que las llevaba a ese paraíso del placer máximo que no se ve todos los días.

Los tres compañeros, amantes y cómplices como en una gran obra de teatro privada dando la mejor presentación y todo un espectáculo íntimo de pasión y lujuria que se podría repetir, se ha podido sentir, y que es una delicia absoluta poder experimentar