Ahí estaba ella en el centro de todo el lugar, Alison, la chica cuyo cabello rojo resaltaba en su piel tan clara y cubierta sólo por un pequeño arnés negro que la recorría como un exoesqueleto creado para el deseo mientras ella se encontraba sobre una púrpura y cómoda cama para dos como único objeto adicional.
Alison no se andaba con juegos e invitaba a aquel tímido pero muy apuesto hombre de cabello y traje negro de corbata, todo en un aspecto tan monocromático en contraste con el rojo cabello de su anfitriona a descubrir lo que se reflejaría esa noche a través de esos espejos de metal.
Cada vez más cerca y más rápido que las manos, los labios de ambos eran ese primer paso espacial de cálido y húmedo jugueteo, esas bocas que disfrutaban el sabor del otro, del aliento del otro y pequeños jadeos mutuos. Las manos de ambos entraron finalmente al juego, ella con gran destreza y habilidad le quitaba la corbata, abrigo, camisa y estos caían al piso mientras ella lamía y besaba el perfectamente tallado abdomen de su invitado. Henry tomaba entre sus manos los hermosos pechos de ella, separados por la "Y" que formaba el pequeño atuendo que Alison usaba pero que logró el cometido de emocionar físicamente a Henry para que ella quisiera palpar esa enorme emoción que él no podía ocultar.
Ella con la gran habilidad en sus manos bajaba la cremallera del pantalón de su hombre y con esa misma habilidad lo estimulaba suave y despacio por un rato hasta empezar a sentir como Henry empezaba a lubricar y ella se dispuso a saborear con su boca y lengua un poco de su jugo, así hasta que Alison se tumbó de espaldas para que ahora Henry devolviera el oral favor.
La jornada continuaba con una literal cabalgata a otro universo, Alison tomando las riendas sobre aquel sujeto que se dejaba llevar por el movimiento de sensuales caderas de esta hermosa mujer agitándose más rápido mientras él solo podía alternar entre caricias a esos pechos deliciosos y agarrando el trasero de su amada para rematar con nalgadas.
La cabalgata cambiaba de rol cuando el por detrás la tomaba, besando su oreja, cuello y espalda en principio para después hacerle sentir su enorme virilidad, lento al principio pero cada vez aumentando la velocidad a la vez que la temperatura corporal y ritmo cardíaco de los dos aceleraba mientras los dos cuerpos se reflejaban en las cuatro paredes de metal tan brillante presenciando como de Henry brotaba con fuerza su deseo por Alison y ella en un gemido intenso respondía a su orgasmo empapada, agitada y agotada, mientras estos dos amantes iban desfalleciendo en el centro de esa cúbica habitación de metal en el silencio y placer absoluto.